sábado, 8 de enero de 2011
Hijo de Dios - Un cuento
Publicado por Niños de Hoy | en 14:20 |La noche caía, la Noche Buena. Un gran silencio reinaba sobre la tierra, como si el mundo retuviese su aliento. Sin embargo en el cielo, los ángeles elevaban su mirada hacia las esferas más altas donde en medio de los Querubines y Serafines se erguía el trono de Dios. Y he aquí que lo que se había esperado desde hacía tanto tiempo y deseado tan ardientemente, se produjo: de pronto el trono de Dios se hizo visible para los moradores de los cielos. Del trono surgía alguien tan claro y luminoso, tan sereno y puro, que incluso el lenguaje de los Ángeles no sabía describirlo. Miró con benevolencia la ronda de los ángeles que elevaban sus ojos hacia Él y no cesaban de adorarlo.
Pero Él se hizo a un lado y la mirada grave y solemne de Dios Padre atravesó las esferas celestes. Delante de Él se abrió un camino luminoso que descendía cada vez más hasta llegar a la tierra. Allí los Ángeles no vieron más que un establo pobre, dónde una mujer y un hombre estaban sentados cerca de un pesebre en compañía de un buey y un asno. El hombre dormía, pero la mujer dirigía la mirada hacia el cielo y cuando percibió el camino luminoso elevó sus brazos. Entonces el Ser de Luz, el Hijo de Dios que había surgido del trono de Dios, comenzó a descender y a medida que bajaba y atravesaba las esferas de los Ángeles, ellos entonaban un canto cada vez más grandioso.
Al pasar de una esfera a otra el Hijo de Dios se transformaba sin cesar: Primero se volvió semejante a los Serafines, los Ángeles mas elevados; después, como los Querubines. Fue dejando una tras otra las formas de la gloria celestial como quien se quita vestido tras vestido. Finalmente dejó atrás la esfera de los Arcángeles y de los Ángeles.
Cuando el Ser de Luz se aproximó a María y la cubrió con su sombra luminosa… el pobre establo se iluminó y la luz irradiaba de los ojos del Niño que la madre de Dios tenía sobre sus rodillas. Entonces el canto de los ángeles irrumpió de nuevo en los cielos y en la tierra resonó con su alabanza.
“Hoy os ha nacido el Salvador, Cristo, el Señor”. Desde esa noche, la esfera de los Querubines y de los Serafines se ha vuelto a cerrar. De nuevo y para siempre el camino luminoso une el trono de Dios en la tierra. Cada año, Cristo desciende desde allí, desde su Padre hacia los hombres, para nacer entre ellos. Él quiere sembrar Su Luz en los corazones humanos, para que en sus miradas, brille la misma luz que otrora brillaba en los ojos del Niño Jesús.
Un año de cuentos
Adviento, Navidad y Epifanía
Tomo II
Comunidad de Cristianos en el Perú – Lima 2008
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